Normalmente la presencia de piojos se sospecha por los picores en la cabeza o por la existencia de casos en el colegio o en el ámbito familiar. A continuación suelen observarse las liendres, las formas adultas (piojos) y/o las ninfas. De entre las tres, son las liendres las que se detectan más fácilmente; ya que los adultos y las ninfas responden a la luz y los movimientos del pelo escondiéndose rápidamente.
Para buscar los piojos o sus liendres debemos ir separando mechones de pelo y observando la base de los mismos. Buscaremos preferentemente en la zona de la nuca, detrás de las orejas y en las zonas donde haya picor o pequeñas heridas. Resulta muy útil pasar una lendrera por el cabello y observar las estructuras arrastradas por ella. Una toalla blanca nos puede ayudar a ver estas estructuras.
Las liendres son más o menos ovoides. Tienen un tono entre blanquecino y beige los primeros días tras la puesta que se va oscureciendo según se desarrolla la ninfa en su interior. Reflejan la luz (“brillan”) al iluminarlas. Son difíciles de desprender del pelo y al tacto son como minúsculos granitos de arena. Las liendres vivas emiten un chasquido al ser reventadas con las uñas (esto es muy típico de las abuelas, jeje) mientras que las vacías no lo hacen.
Las partículas de caspa son, en ocasiones, muy similares a las liendres. Sin embargo, suelen tener un tono más blanco, son más alargadas, tienen formas distintas y se desprenden fácilmente del pelo. Las características de los piojos deberían estar en la entrada Pediculosis I.
Bueno, nos queda el tratamiento, la prevención y curiosidades sobre los piojos pero…os pido paciencia las dos próximas semanas. La vuelta al colegio de mis retoños, la tesis y un curso de inglés intensivo me van a tener alejada del blog pero, no os abandono, que ésto solo está comenzando. Gracias por vuestra paciencia.
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