Este sábado impartí una conferencia de un par de horas (bueno, un poco más, que a mí hablar me gusta mucho) dentro de un máster sobre productos de la pesca. Trataba sobre los parásitos que podemos encontrar en los moluscos bivalvos (ostras, almejas, mejillones, navajas, vieiras, etc.) y en concreto aquellas especies de declaración obligatoria y su diagnóstico.
Pues bien, la OIE (Organización Mundial de la Sanidad Animal) publica cada año en el Código Sanitario de los Animales Acuáticos, las especies que son de de declaración obligatoria. A partir de lo que decide esta organización, se dictan las normativas sobre la declaración de estas enfermedades, así como certificados veterinarios, de inmersión de especies de moluscos, etc. En la última edición del Código (2010) los parásitos son: Bonamia exitiosa, Bonamia ostreae, Marteilia refringens, Perkinsus marinus y Perkinsus olseni.
Todos estos parásitos causan, en la mayoría de los casos, la muerte de sus especies hospedadoras (ostras, mejillones y almejas, principalmente); y por lo tanto generan graves pérdidas económicas en el sector marisquero. Lamentablemente, al sector le preocupan estas muertes, pero no está muy concienciado en invertir en prevención y control de las poblaciones de moluscos para evitarlas.
La importación por parte de Francia de ostras procedentes de Estados Unidos en la década de los 70 y luego la importación por parte de Galicia de estas ostras francesas es la razón por la cual casi la totalidad de las poblaciones de ostra plana (Ostrea edulis) de las Rías Gallegas se encuentre parasitada por Bonamia. Este parásito causa la muerte de las ostras de más de 2 años, es decir, la ostra de tamaño comercial destinada a la venta.
Perkinsus y Martelia no se quedan atrás, generando muerte en sus hospedadores. En el caso de Perkinsus olseni, son las almejas (Tapes decussatus) de Galicia y Portugal las que más están sufriendo por su presencia.
No existe ningún tratamiento para estas enfermedades. Por tanto, se deberían controlar las poblaciones de moluscos para evitar la entrada del patógeno en zonas libres del mismo; además de analizar periódicamente las poblaciones, de manera que cuando iniciase un brote se extraerían los moluscos y se podrían a la venta antes de que el parásito los matese. Tranquilos, ninguno de estos parásitos afecta al ser humano; además, no son los únicos parásitos presentes en los moluscos. Hay muchísimos más, que nos comemos tranquilamente. Así, en el caso del mejillón tenemos al copépodo Mytilicola intestinalis y al protozoo Marteilia refringens en su sistema digestivo, al digénido Protoeces maculatus en el manto (causando castración en el molusco), al turbelario Urastoma cyprinae en las branquias, al microsporidio Steinhausia mytilovum en las gónadas, Nematopsis sp. en distintos tejidos; y muchos más…que se encuentran junto con el mejillón en las latas de conservas…deliciosos.